La formación interna es una poderosa herramienta para el desarrollo del talento en la organización. Influye tanto en quien la da como en quienes la reciben. Para que esta formación sea efectiva y sostenible es fundamental equipar a los formadores/as internos/as con las habilidades y capacidades necesarias.
Estos profesionales no solo actúan como transmisores de conocimiento, sino que también ejercen un impacto significativo en la cultura organizacional y el desempeño de los miembros del equipo.
¿Cómo maximizar su impacto?; ¿Qué habilidades necesitan para inspirar y capacitar de manera efectiva?; ¿Qué pasos podrían tomar para disfrutar de su labor y contribuir de manera significativa al desarrollo profesional de los demás?
Estas son algunas de las cuestiones que debemos abordar para garantizar un impacto positivo y duradero en la organización
Impacto de los formadores internos en la organización
Desde mi rol de facilitadora he podido comprobar el rico proceso de aprendizaje que tiene lugar cuando te preparas como formador/a. No solo te haces experto/a en ese tema, sino que desarrollas un conjunto de valiosas habilidades personales, en un corto espacio de tiempo.
Para las empresas, la formación interna es una oportunidad para que la imparta un miembro del equipo que no solo tiene los conocimientos técnicos de la materia, sino que por lo general conoce bien qué es lo que se necesita, quién lo necesita, a quién afecta.
Retos de la formación interna
Aun cuando se trate de temas técnicos, el objetivo de la formación interna no es sólo proporcionar información, es necesario conseguir la colaboración y la implicación de los participantes para lograr resultados, ya sea para poner en marcha nuevos sistemas o procesos, cambiar manera de trabajar, llevar valores a la práctica, mejorar la calidad, la prevención, la sostenibilidad…sin el compromiso del equipo, el esfuerzo formativo es inútil.
Además de este reto, la falta de tiempo y la falta de habilidades o preparación para ser formadores, son obstáculos que a menudo restan efectividad a la formación pero que se pueden superar con un adecuado programa de formación de formadores.
Los 3 ejes importantes para el éxito de una formación:
La preparación previa de estos 3 factores permite afinar la presencia del formador/a en su trabajo con el grupo:
- La actitud
- El orden
- El espacio
La actitud
El más importante de estos ejes con diferencia es la actitud. Nos referimos a cómo entiende su rol, qué objetivos se plantea, cómo ve a su audiencia y a sí mismo.
Para muchas personas hablar en público es un reto, y más aún si se espera que generen un determinado clima en el grupo.
Para ilustrarlo, usaremos el caso de Jorge, un ingeniero que ha de formar/capacitar a los compañeros de otro departamento en un nuevo proceso para documentar errores.
Como ingeniero, estaba acostumbrado a lidiar con números, cálculos y problemas técnicos, pero enfrentarse a un grupo de personas para transmitirles conocimientos le generaba una enorme inquietud.
Tenía la cabeza llena de preguntas del tipo: ¿Qué pasa si no soy lo bastante claro? ¿y si se aburren? ¿y si me hacen preguntas que no sé responder?
Dudaba de sus habilidades y temía no dar la talla. Aunque intentaba animarse y ver este reto como una oportunidad de crecimiento en la empresa, le dominaba la preocupación y se lamentaba de que esta tarea formase parte de su trabajo.
¿Qué puede ayudar a Jorge a disfrutar de su rol y tener un impacto positivo?
Preparar la actitud requiere por una parte clarificar cuáles son los objetivos, cuál es el cambio que se desea promover y, por otro lado, analizar cómo uno se ve a sí mismo, qué piensa de las personas que asistirán a la formación y qué sabe de ellas.
En el caso de Jorge fue importante darse cuenta de que su objetivo no era solo informar que existía un nuevo proceso. Era importante que las personas lo aceptaran e implementaran.
Esto que parece tan evidente, no lo es tanto. Aunque parezca que una norma, proceso o cambio es obligatorio, no significa que quienes deban conocerlos vayan a integrarlos en su día a día. Siempre hay excusas cuando no quieres hacer algo, o no lo ves útil.
Así que lo primero que Jorge tenía que hacer era entender las necesidades de su audiencia, qué sabían sobre el tema, qué ventajas podía tener para ellos implementar este nuevo proceso.
Enfocarse en las necesidades de la audiencia tuvo un poderoso efecto en Jorge, aunque todavía no se sentía seguro del todo empezó a sentirse más tranquilo.
Su experiencia destaca la importancia de la preparación mental y emocional.
Se trata de que el formador/a tome consciencia de cómo está afrontando la situación, y también de las herramientas que puede poner en juego para influir positivamente en la actitud de los participantes.
Trabajar la actitud permite al formador/a estar tranquilo, no solo parecerlo.
El Orden
Esta es la parte técnica de la formación y también puede ser la más creativa.
Planificar el orden supone definir contenidos, actividades y tiempos.
Debe hacerse de tal manera que el participante experimente un flujo consistente, un hilo conductor, que permita mantener el interés sin llegar a agobiarse.
El Espacio
Planificar el espacio supone definir cómo se usará el espacio y los recursos necesarios para llevar a cabo las actividades previstas.
Es muy importante que haya posibilidades de movimiento en la sala, tanto físico como emocional. Incluso cuando se trata de temas técnicos, el aprendizaje funciona mejor si se sabe generar un clima de entusiasmo por el tema que se esté tratando.
No hay que olvidar que todos los aspectos que están comprendidos en el orden y el espacio están condicionados por la información de partida que comentábamos antes. Dependerá de los objetivos, necesidades y características de la audiencia.
El entorno online merece un artículo en sí mismo, pero vale la pena señalar que los 3 ejes mencionados antes: la actitud, el orden y el espacio, aplican igualmente en este entorno.
Destacaría, sin embargo, la necesidad de tomar en cuenta cómo cambia el nivel de atención, el impacto del cansancio visual, así como tener presente cómo plantear diversas actividades y conexión entre los participantes.
Impacto de la Formación Interna en los propios formadores
“La mejor manera de aprender es enseñar”. Esta frase, atribuida a Séneca, destaca un aspecto interesante y es el impacto que tiene en el propio formador/a interna ejercer este rol: impulsa su crecimiento y desarrollo personal y profesional.
- Habilidades de comunicación:
Al dirigir la actividad formativa, se ponen en juego un conjunto de habilidades de comunicación, que va a poner en práctica, como son:
- La escucha
- Hacer preguntas
- Interactuar y promover la participación
- Gestionar diferentes reacciones
- Habilidades de liderazgo:
Como responsable de la actividad formativa, este/a profesional conduce al grupo en el proceso de aprendizaje: marca unos objetivos, prepara el contenido, diseña la estructura, las actividades, el ritmo… y se asegura que el grupo lleva a cabo este proceso con éxito. Esta experiencia le permite desarrollar habilidades propias de un/una líder.
Sin lugar a duda, equipar a los formadoras y formadores internos con este enfoque es una inversión que garantiza el desarrollo del talento en la organización. Todos se benefician, tanto los participantes como estos profesionales que logran ganar en seguridad, mejorar sus habilidades y tener un impacto positivo en la organización y en la mejora del desempeño de los miembros del equipo.