Un entorno laboral seguro y saludable se apoya en líderes que han aprendido a cuidarse a sí mismos y a su equipo. Que deciden dejar atrás el estrés y enfocarse en trabajar con personas. Te invitamos a valorar hasta qué punto influyes como líder en el bienestar organizacional.

La comprensión de lo que es bienestar organizacional ha ido evolucionando hacia una visión holística, en que se busca la salud física, mental y emocional de todos los trabajadores, tal como explicamos en “Cómo crear un entorno laboral más saludable”. La OMS define actualmente un entorno de trabajo saludable como “aquel en el que los trabajadores y directivos colaboran en utilizar un proceso de mejora continua para proteger y promover la salud, seguridad y bienestar de los trabajadores”.

Implantar un entorno saludable es una cuestión de equipo en la que los líderes tienen un papel prioritario. Tenemos suficientes datos y experiencias para saber que el líder ha de mantenerse equilibrado y con un nivel óptimo de energía, para ofrecer un impacto positivo en las personas de su equipo. Que ha de ejercer un liderazgo consciente, enfocado en la calidad de las relaciones. Que es su propio nivel de bienestar personal el que refleja el buen estado de las relaciones con su equipo, y con el compromiso global de la empresa con un entorno seguro y saludable de trabajo.

 

¿Qué puede hacer el líder para generar un entorno saludable?

Como dice el Manifiesto Organizacional Big Bienestar, “generar las condiciones óptimas para que los individuos florezcan, prosperen y evolucionen en sus contextos laborales.” Y estas condiciones empiezan por uno mismo y por la mejora individual de cada miembro del equipo. Tu liderazgo genera un impacto positivo o negativo en el clima y los resultados de la organización.

En Cataliza nos sentimos plenamente identificados con la visión de un liderazgo positivo como un liderazgo transformacional. El líder debe inspirar confianza, motivar y hacer sentir a las personas orgullosas de sí mismas. Debe favorecer asimismo su desarrollo profesional y personal. Empezando por él.

Y especialmente, como ya hemos mencionado, practicando la autoobservación y el autoconocimiento. Por ejemplo:

  1. ¿Cómo son las propias creencias respecto al trabajo? Entre “vivir para trabajar” y “trabajar para ganar un sueldo” hay una amplia gama de valores, que van a determinar la forma de tratar los problemas laborales del equipo.
  2. ¿Cuánto tiempo se dedica a la gestión y cuánto a las relaciones personales? Qué importante es ver si el foco está en conseguir objetivos o en personas capaces de conseguirlos.
  3. ¿Hay equilibro entre la vida laboral y personal, entre la carga de trabajo y actividades que liberen el estrés? Tanto en el líder como en los trabajadores a su cargo.

Un buen liderazgo se detecta en el nivel de compromiso del equipo, que es a su vez responsable y proactivo. Por el clima social generado y el rendimiento. Crea, en definitiva, entornos seguros, satisfactorios y saludables. Y personas orgullosas de ser líderes.

  1. “Para liderar necesitas la habilidad de conducir los sentimientos y emociones de uno mismo y los demás, y utilizar la información de forma correcta para conseguir el objetivo fundamental del grupo”. Peter Salovey y John D. Mayer.

Líderes equilibrados generan bienestar emocional

Tener una buena energía disponible para uno mismo y para otros pasa por dejar de aspirar a ser superman o superwoman y aceptar que para ello necesitamos dormir suficientemente, alimentarnos nutritivamente y conocer nuestros mejores y peores momentos.

Observa cuándo tienes más energía física, cuándo más capacidad de concentración, cuáles son tus momentos sociales, y organiza tu agenda en función de ello. Reserva momentos para el descanso y la distracción. Descubre qué actividades te renuevan.

Has de saber que el nivel personal de energía depende del cuerpo, la mente y las emociones. Los atletas saben mucho sobre cómo mantener mentalmente un alto nivel de energía. Pero nadie nos enseña a mantener un equilibrio energético frente al exceso de trabajo mental, del estrés, los conflictos sociales, el exceso de trabajo… Pero se puede aprender.

Mantenerse equilibrados y energéticos requiere de herramientas de autoconsciencia y autogestión. Necesitamos saber qué nos roba la energía (o más bien qué dejamos que nos la robe), cuánta tensión diaria nos desgasta, qué emociones negativas nos bloquean… Y entender que todo esto se puede gestionar a nuestro favor, liberando buenas dosis de energía productiva.

Recargar la energía vital, para empezar, es un hábito diario que compromete cuerpo, mente y alma. Las grandes culturas milenarias proponen desde hace siglos un ritual diario para mantenerla en equilibrio y vivir de una forma más plena, con el yoga, ejercicios respiratorios….

Emociones como el miedo, la rabia o la alegría, por otra parte, alteran el flujo de energía vital. Ser consciente de ellas y aprovechar su carga energética en vez de dejarse arrastrar, es otra de las claves para mantener un buen nivel energético.

Que también tiene que ver con una buena motivación en lo que se hace: que se vean involucrados los talentos personales, la creatividad, la inspiración…

La psicología cuántica afirma que atraemos lo que sentimos en nuestro interior. Estar cargados de energía positiva es la mejor forma de rodearnos de ella y de diseminarla a nuestro alrededor.