El cambio de año es un buen momento para mirar objetivamente lo que el día a día impide ver. Necesitamos asegurarnos de que seguimos alineados con los objetivos corporativos, además de conectarnos con las necesidades sociales, y buscar soluciones creativas que nos ayuden a superar las dificultades.

Basándonos en nuestra experiencia y en lo que se publica en la blogosfera de Recursos Humanos, uno de los grandes retos de 2023 va a ser cómo hacer frente al desafío del absentismo laboral y a la falta de compromiso.

Según el informe 2022 sobre el Estado global del puesto de trabajo de la consultora internacional Gallup, “los empleados españoles admiten tener un compromiso laboral de los más bajos en Europa”. A nivel mundial -según Gallup-, la mayoría (57%) de los trabajadores no están comprometidos con su empresa y no prosperan. El descontento con el lugar del trabajo y el estrés laboral empiezan a rozar cifras preocupantes.

Por su parte, en El mundo leemos que “el absentismo sube un 12% en un año: 1,2 millones de españoles no acude a trabajar a diario y un 22% no lo justifica”, según datos del Informe sobre el Absentismo Laboral de la empresa de recursos humanos Randstad, a partir de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE.

La falta de compromiso se traduce, en la práctica, en hacer lo mínimo, trabajar sin motivación o con continuas distracciones, apatía emocional, ausencia de responsabilidad, frecuentes ausencias sin justificación y la fuga del talento. Según las estadísticas 2021 del informe Gallup, el costo de la pérdida de productividad es de $8,1 billones por año. ¿Cómo se puede progresar con personas infelices?

 

Algunas causas recientes

Lo cierto es que en los últimos años han cambiado muchas cosas en el trabajo y en la vida familiar. El absentismo y la falta de compromiso son la forma que tiene el mercado de acelerar la introducción de nuevos valores en la empresa. Es hora de conocer a los empleados, de apostar por la inteligencia colectiva, de flexibilizarse y ser creativos.

Podríamos decir que:

  1. La pandemia ha difuminado los límites entre lo personal y lo laboral. Hemos aprendido cómo el trabajo influye en el bienestar general individual y familiar, y no estamos dispuestos a volver a las condiciones anteriores.
  2. El ambiente laboral ha empeorado: falta de personal, multitareas, descenso del nivel de vida, percepción de crisis…
  3. Fenómenos como “La gran renuncia en Estados Unidos” y el “quite quitting” demuestran que el modelo tradicional de organización del trabajo se ha agotado. Hoy, los niveles de estrés superan a los de compromiso: el trabajo enferma en vez de ofrecer progreso personal.
  4. Problemas mentales como la ansiedad y el estrés laboral están siendo las grandes causas detectadas como factor de incapacidad.

 

Claves para hacer frente al desafío del absentismo

Incrementar el nivel de compromiso de los trabajadores es clave para hacer frente al absentismo. Cuando un empleado percibe que su organización se preocupa por su bienestar y sus expectativas, mejora su implicación.

Y para hacerlo es fundamental enfocarse en las personas en su totalidad, no solo en su rol como trabajadores.

Las Estadísticas de productividad de Clockify, afirman que “una vida saludable es un gran comienzo para aumentar la productividad”. Una alimentación equilibrada y nutritiva, una mínima rutina de ejercicio y un buen descanso son la base. A la que añadir elementos como un – entorno laboral adecuado, promover buenos hábitos como el descanso regular o las relaciones personales… Y evitar un uso excesivo de la tecnología, la multitarea, comunicaciones y reuniones recurrentes…

Hay que comprender también lo que significa compromiso para la empresa y para los empleados, cómo cuantificarlo y seguir su evolución. Una fórmula interesante es implicar a los equipos en definir y marcar con objetivos, qué es el compromiso. Que todos se interroguen sobre cómo implicarse, ayudará a trabajar más a gusto y mejor.

Una cultura de empresa atractiva es otra de las claves. Nos permitimos refrescar la memoria con esa verdad tantas veces olvidada: a los primeros que hay que enamorar es a los propios empleados.

Una vez identificadas las necesidades de las personas del equipo, su índice de bienestar, clima laboral, junto con las previsiones y objetivos de la empresa, es el momento para definir los objetivos y establecer qué acciones o programas son necesarios.

Por ejemplo, un caso frecuente en muchas organizaciones es que las dinámicas en las que se realizan las reuniones, presentaciones o formaciones son poco participativas y no logran los resultados esperados. En Cataliza acompañamos a las organizaciones a hacer ese cambio de chip para que sus líderes conecten, con aprendizajes significativos.

Por eso es importante que líderes y organizaciones compartan sus retos con profesionales que saben cómo acompañar los cambios que la tecnología y el ritmo de trabajo frenético generan.

 

Beneficios de invertir en bienestar

A mayor dedicación al equilibrio personal, más satisfacción, fluidez y productividad.

La experiencia que tenemos en Cataliza es que un programa de bienestar será más efectivo en la medida en que atiende a diversos factores de forma armónica. Por eso proponemos un programa donde trabajamos el bienestar a nivel individual, de equipo y organizacional.

A través de formación y mentoría individual, las personas desarrollan su autogestión emocional, mejoran pautas de relación e incorporan nuevos hábitos de salud.

En los espacios de trabajo en grupo, como los talleres, nos basamos en situaciones reales que afrontan las personas y los equipos. De tal modo, se cumple un doble objetivo: los participantes desarrollan habilidades de comunicación que repercuten en su bienestar, al tiempo que los equipos incorporan pautas de relación que mejoran su efectividad.

Finalmente, las dinámicas de inteligencia colectiva permiten trabajar de forma colaborativa y transversal los temas que afectan el bienestar de todos.

Invertir en bienestar es ahora más necesario que nunca para volver a reconectar y comprometer a los empleados.